lunes, 7 de junio de 2010

Un Rugido en un Bosque

Un rugido en un bosque, alerto a Lauren de la presencia de sus más grandes temores, espero pacientemente a que otro rugido acabara con la aparente paz que reinaba, 60 segundos después un monstruo complació sus deseos, rugiendo a pocos metros de ella, suspiro desesperada, buscando con la mirada la vía de escape. Nada, ella misma se había estado dirigiendo al lugar del cual no podría salir, ahora sí que las cosas estaban como ella no las quería. Entonces hizo lo más estúpido que se le ocurrió: corrió, corrió dando traspiés, apresurándose como una ninfa que huye de un fauno, y cayo, como evidentemente sabia que sucedería, y ahora podía sentir a la bestia acercándose rauda, mientras ella se levantaba resoplando nerviosa.

La persigo como si fuera mi último respiro, sin ella la sangre que corre por mi cuerpo dejaría de ser, llevándome a la inmundicia de una muerte no deseada, pero aun a pocos pasos siento el arrebatador aroma que desprende de su cuerpo, una mezcla de suave inocencia, con lilas de un prado mojado, soy capaz de correr tan fuerte como ella, soy capaz de estar tan cerca que ni ella misma lo concibe, pues entiende que cerca de mi toda vida está perdida.

Frustración es una palabra que conocía muy bien, esa sensación de perdida aun estando sujeta a la felicidad, los hilos que te mantenían como la matriz de una madre a su hijo, se fueron desatando, y lo sintió, esa desazón que subió como una telaraña por su cuerpo, la agitación le daba a su corazón el sonido de mil tambores resonando en un bosque, y corría, porque escapar es la única salida, aun cuando no hay escape. Lauren grito resignada, no importaba si no podía huir, seguiría corriendo hasta que no hubiera ningún rugido acosando continuamente su vida.

Continuo tras ella, acechando sus pensamientos como fiera serpiente consiente del veneno que poseen sus crías, no puedo evitar gozar con su desesperación, la calidez de cada uno de sus latidos me permite regodearme en lo que seguro será la mejor perdida del alma, callada, escucho, y continuo la caza, porque sé que mi fuerza supera las suyas, y porque su vida, no es suya, si no mía.

Cuanta calidez tenia la sangre que brotaba de su mejilla, era armoniosa, equilibrada, totalmente ajena a su propia perdida, fluía prestada, delatando su presencia a quienes no la deseaban, eso atenazo su miedo, permitiendo que un traspié se convirtiera en otra caída, Lauren se recupero como pudo, muda del asombro que le otorgaba el constante murmullo de los arboles, hojas caídas que no volverían jamás, susurro constante de las cosas perdidas, la tierra misma arrullaba su forma como la madre a la que nunca se le agradecía, y de sus pechos manaba agua dulce que cortaba caminos y posibilidades.

Constante, veloz seguimiento de quienes sin nombre, virtud de la oscuridad que perenne rondaba mis propias motivaciones, la seguí, como debía ser, esperando, como debía ser, asumí lo que la nada gritaba a todo pulmón, lo que la savia de un abeto llevaba dentro de sí, pues entendía que era su supervivencia o la mía, despacio, pues lo que más anhelamos debe ser lo que más cuidamos.

Causas de su cuerpo traidor, Lauren sintió el cansancio, el reclamo de su cuerpo como manifestación de los dioses, y empezó a comprender, pues una nada absoluta y relativa formaba lo que ella asumía era ella. Perdía desde mucho antes de empezar, ella luchaba contra leyes que jamás entendería, la sangre, el cuerpo, la fiera, todo era parte de la pintura a la que ella ya no pertenecería, no como Lauren, no como ella, quizá como la sangre, el cuerpo, la fiera. Paró en seco pues el reflejo de un halo de luz había quebrado por completo su juego, ella nunca había sido, ella ere ese desesperado rugido, que inquieto se buscaba como bestia entre las sombras.

Persistir, eso me dije notando la sangre que ella dejaba como rastro de libros quemados, y inhale de nuevo su aroma, embriagándome en lo que sabía terminaría pronto, pues ella nunca corría mas de lo que yo pudiera alcanzarla, pues siempre llegaba el momento donde lo entendía, y entonces mi juego también acababa, volviendo al rugido ensordecedor de una sola bestia. Sin lauren, mi nombre, no existía.