jueves, 16 de mayo de 2013

Jauja en resumen... fuiste eso y mas. (Septiembre-2012)


En la mañana, en el silencio más puro que arrullan las estrellas todo era cegadoramente completo, mucho cielo, mucho campo, mucho aire, mucho frió  un extremo blanco del polvo que recorría todo sitio, calles de tierra colándose en el pensamiento sin dejar de ser limpio… una nariz congelada no era nada para unas manos casi inservibles, ahora llenas de vida por apreciación, a esa hora de ducha donde el mea culpa era una ínfima parte de si mismo ¿quién dijo penitencia?; Los pies, pilares, sin coherencia, fieles seguían y conocedores penitentes terminaban siguiendo el camino, conocedores caminantes del tiempo, para el cuerpo era un frió contraste, y no sin lastima extrañaba ya el saco que nos envolvía cual cofre de Bella Durmiente. A veces, había espera, otras era bala directa medio sonámbula, lo mejor era cuando salía el sol rumbo a una depresión aguda en su lucha por salir, potente, sin nubes, mas cielo que sol nunca hubo, ni sol con cielo faltante. Aun cuando la cadencia dentro de la Orden era el consuelo para el cuerpo, la mente fuerte el frió aleja, y con tierra ofrenda ofrendábamos a tu nombre siendo uno, ¿qué ironía se necesita?  La energía estaba ahí, independientemente de otros, pero alimentada por nosotros, era tocable, casi visible, definitivamente nombrable y aún así apenas accesible, porque no hay explicación para las limitaciones del ser humano, y mientras la mente encuadra, el espíritu vivifica. Recorridos enteros de vida se veían, ajenos, anhelantes… esperando. Inocentes espectadores, pero primeros actores, mas presentes que la lluvia en la tormenta, pero no exactos creadores de ella. Y se veía, se sentía, pero no era nada, lo era todo, un guiño al infinito, un permiso de acceder a eso por un momento, y ya está, ve a dar a otros lo que no has entendido, suficiente.
¿Acaso el frió era atenuante? Nunca el sol brillaba más que para definir el momento cumbre, el roció helado que convertía manos heladas, pies helados, cuando los pensamientos corren ágiles para no quedar atrapados, no hay mas capas de ropas que de malas costumbres, espero. Al final no había caminos más llenos de tierra que nuestras mentes.
Y la espera, polvo, en el hambre, polvo, en la unión, polvo. Allí donde miraras más polvo, y tan polvo que manchaba toda ropa. Vivir en el tiempo con dependencia pero sin ella, una mirada en la mañana y después a las horas se sentía la ausencia, como si la carne sintiera al polvo comparándolo en desgaste,  pero la palabra, la palabra lo inunda todo y deja un rastro luminoso en su camino, queriendo más, pero sin desearlo, saturado estaba todo de polvo…
Entre nuestros recuerdos de polvo, incapaces de destruir viejas figuras de barro, apegándonos a las costras del pasado, y sin recaer en la capa de polvo. Incluso respirar era polvo, no había cosa que tocará el suelo que quedará sin polvo, y aún al ver el reflejo de nuestra psique, seguíamos quejándonos del polvo. El polvo era solo un ejemplo, al final de todo no somos más que un polvo.
Y memorias de polvo hechas nos llevamos, sin renegar de nada, ni de la manca, ni de frió  ¿Cuán social era su necesidad? ¿Cuánta cultura esta gente necesita? ¿Qué cultiva más que ese polvo ennegrecido en las uñas? Asentado por la agricultura de la papa nuestra de cada día ¿no era acaso literal su contacto con el polvo? ¿Qué derecho me daba juzgarlos llevada por el asco? ¿no somos eso? No somos esto, ni aquello, ni nada. Y más humildad no hubo que la de agradecer en el alma un sencillo regalo, no cambiaría sus vidas, no trascendería para siempre, pero sorprendidos, atrapados, silenciosos se movían, y sentían, claro que anhelaban, porque también lo veían, entre todo ese polvo.
Había de esa clase que se ha convertido en montaña, y eran altas, fuertes, intransigentes, no había más cielo en el cielo que en la montaña, y ni una nube piadosa que del sol ocultará, estando claros que con ese frío no había bendición más grata que la del sol, cercano, irritante, omnipotente y poderoso, vigilante. Hay mas pecas en mi nariz que polvo...
Paupérrimo resumen de lo que fuiste Jauja, pero no. Años digitales pasaran ante mi hasta sentirte de nuevo, y eso no es excusa, porque si no, sería pobre servidora de lo que diste, y algo que aprendí entre ese polvo: y es que si ropa limpia no tienes, siempre lavas!

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